¡Música, maestro! : Dave Brubeck

Uno de los grandes músicos de jazz de toda la historia.
Virtuoso pianista y compositor excepcional. Tuvo una gran influencia en los años 50, cuando el movimiento rockabilly iba tomando posiciones, el jazz iba mejorándose, iba refinándose. Y Dave fue uno de los que permitieron el dorado resurgir de este estilo musical que ha ido variando a lo largo de la historia y que actualmente disfrutamos de un panorama rico y variado.

Con su formación, Dave Bruberck Quartet compuso temas magníficos como Strange Meadow Lark o Katy´s waltz, que siguen esa línea clásica y pura en el que la melodía pianística va dando pequeñas pinceladas hasta formar un lumínico y fantástico paisaje .

Otro de los temas más reconocidos mundialmente fue su famoso Take five. Pieza que toma el nombre por el compás que emplea 5/4 y que además daba nombre al álbum. La canción en cuestión posee una gran sonoridad , con un tema central que se va repitiendo a lo largo de toda la melodía, pero que va modificando el ritmo y la estructura en el tramo final de ésta, en el que el saxofón y la batería dan a la obra una mayor movilidad y agilidad.

Pero si tuviese que mencionar una opinión personal , diría que uno de sus mejores álbumes-ojo,ya que todos son piezas de arte- es el del año 1962, llamado Time Further Out . En él, la pieza inicial Bluette es exquisita. En ella, las magníficas manos de Dave van moldeando una melodía sencilla pero elegante que es acompañada de un clarinete ágil y vivaz que provoca ese acompañamiento idílico, es como una pregunta-respuesta. Comienza el piano y le responde con toda la suavidad el clarinete.

Con más ritmo en el álbum encontramos piezas como Unsquare Dance o Far More Drums invitan a danzar con un ritmo muy pegadizo resultado de la movilidad de su percusión con un piano progresivo y una métrica audaz.

Slow and easy, Maori Blues o Charles Matthew Hallellujah, son composiciones con un perfecto equilibrio y armonía .

Cierra el disco It´s a Raggy Waltz, con una melodía sencilla e inocente que a medida que avanza el sonido la sobriedad va invadiendo la pieza. Es un diálogo entre piano y trompeta. Los dos van creando un ritmo portentoso y progresivo, que es digno de admiración.

Toda una obra maestra que se debe saborear y degustar como si de un manjar exótico y exquisito se tratase.