Tras cinco años con la misma rutina , su cuerpo fue estableciendo un mecanismo de rechazo hacia todo aquello que en un primer momento había sido su orientación.
Adela había perdido esa inocencia y esa iniciativa de años atrás, esa mirada hambrienta y agresiva que era el reflejo de la inquietud y el nervio que tenía. El trabajo y el estrés que le suponía estar en la oficina acabaron por quitarle ese sello de identidad que tanto la identificaba. Ni ella misma se reconocía, cuando se miraba al espejo cada mañana siempre decía lo mismo,-Esa no soy yo-.
Adela había perdido esa inocencia y esa iniciativa de años atrás, esa mirada hambrienta y agresiva que era el reflejo de la inquietud y el nervio que tenía. El trabajo y el estrés que le suponía estar en la oficina acabaron por quitarle ese sello de identidad que tanto la identificaba. Ni ella misma se reconocía, cuando se miraba al espejo cada mañana siempre decía lo mismo,-Esa no soy yo-.
Pero todo parecía disolverse cuando llegaba el domingo, porque en el séptimo día de la semana disfrutaba de esa pequeña libertad que le permitía poder recorrer y perderse por las calles de su ciudad. Esas calles que la vieron crecer y que ahora no sabían por qué su rostro se había tornado blanco y asustadizo. Volvía a pasear y disfrutar del mar, ese mar que tanto la conocía y con el que había podido sumergirse en esos paraísos llenos de imaginación y coral. Recordaba cuando su única preocupación era pasar horas y horas observando el cielo azul , anhelaba no poder analizar la forma de las nubes y crear esas curiosas historias que tanto le gustaban a ella. Pero cuando llegaba el lunes, todo se transformaba. Era entonces cuando volvía a aparecer el fantasma que la atormentaba. El sometimiento del trabajo, los edificios grises y los rostros que parecían no tener alma, fueron invadiendo la vida de Adela y las gaviotas huían y se alejaban de aquello, buscando la calma y su hogar, buscando la claridad del paisaje y su hábitat natural -Me gustaría ser una de ellas y poder volar para regresar allí-exclamó,mientras sonaba el teléfono y los folios se iban acumulando en su mesa.
3 comentarios:
Y seguro que voló. Tarde o temprano todos lo hacemos. Tomamos una decisión, nos atrevemos a salir del nido y nos encaminamos hacia la libertad. Quizá tardemos en hacerlo, pero aquellas personas con sueños, imaginación y esperanzas, siempre vuelan alto.
Quiero volar, lejos de aquí escapar, dime mi bien, quien me llorará si me dan alas y marcho a volar.
Quiero dormir, no quiero despertar, quiero ser la lluvia al otro lado del cristal...
Adela volará al encuentro de gaviotas como ella, esa gaviotas que también están en desazón con su vida, gaviotas que quieren recuperar todo el brillo de sus alas.
Adela volará junto a Louise volarán juntas hasta ser felices.
Precioso texto!
Muy bien escrito, muy melancólico y que transmite mucho con pocas palabras. Menuda escritora estás hecha! :)
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